Buenas tardes a todos, sigue avanzando la semana y volvemos con nuevas publicaciones, hoy desde @lawebdelmister vamos con la realizada por el psicólogo deportivo Luis Alcolea en la web de su club CD Canillas (Madrid)
LO FÁCIL ES MIRAR HACIA MALLORCA
¡¡Lamentables las imágenes que se han mostrado en todas las televisiones y medios de comunicación¡¡
Padres descontrolados a puñetazo limpio, niños entre ellos, no se sabe si separándolos o defendiéndoles, gente corriendo de un lado para otro, y una señora gritando “que hay niños”, como recordándoles, por si alguno no se había dado cuenta, que ese era el motivo por el que se encontraban allí; ver a sus hijos hacer deporte y divertirse, jugar a lo que más les gusta.
Los días siguientes: las imágenes se siguen exponiendo, los responsables deportivos de los Clubes implicados intentando explicar lo inexplicable, otros repitiendo los mensajes educativos tantas veces repetidos, las Autoridades Deportivas y Administrativas investigando y actuando de oficio, buscando en la Ley donde se puede fiscalizar semejante despropósito, padres desfilando por los Juzgados para vergüenza de sus hijos, familias, amigos y vecinos, y unos niños castigados sin jugar.
Y ahora todo el futbol base mirando hacia Mallorca, escandalizados, como si no fuera con nosotros, como si fuera algo infrecuente que necesitamos entender, unos “descerebrados” que no nos representan. Pero no nos equivoquemos, no caigamos en la hipocresía, el futbol base que se juega en Mallorca es el mismo futbol que se juega en nuestra Comunidad, lo ocurrido no es un hecho aislado ni puntual, situaciones similares ocurren todos los fines de semana en muchos terrenos de juego de nuestra geografía.
¡Vale¡, puede que lo que hemos visto sea un tanto desproporcionado, incluso se puede argumentar que la violencia física, afortunadamente, es la más inusual, pero otras formas de agresión, verbales, psicológicas y materiales, están al orden del día, se dan de manera sistemática en todas las categorías, desde pre benjamines hasta juveniles. En esta ocasión son los padres los protagonistas, pero todos los que formamos parte del futbol base debemos de considerarnos responsables, todos somos participes y todos deberíamos de revisar lo que estamos haciendo, y qué de lo que hacemos es la antesala de lo que hemos visto.
Lo de los padres y madres no es peor que lo de otros grupos, pero es lo más reprochable; porque son sus hijos, porque está en juego su formación como deportistas, porque podrían hacer un uso productivo del deporte para el futuro de sus vástagos, y lo desaprovechan. Insultan sistemáticamente a los árbitros, en muchas ocasiones gravemente, en otras con comentarios humillantes, ridiculizantes. Increpan a los jugadores, propios y rivales, agreden a los entrenadores cuestionando sus decisiones inadecuadamente o incitando a sus hijos a que los desobedezcan. Se enfrentan entre ellos y en ocasiones se citan fuera de la instalación para resolver su ignorancia, como si fueran adolescentes.
También agreden a sus hijos, desde el derecho parental, los ridiculizan delante de sus compañeros, los martirizan con comentarios continuos, los rechazan cuando no responden a sus expectativas, los sobrepresionan para satisfacer sus necesidades. Otros tienen perfiles antisociales, son violentos y maleducados en sus formas, y encuentran en el futbol un lugar donde liberarse con impunidad.
Hace unas semanas asistí a un partido infantil, eran las 9,30 de la mañana de un frío domingo de febrero, el cuerpo pedía un café o un vaso de ese caldo que preparan en muchas instalaciones. Al iniciarse el partido apareció un padre muy animoso agarrado a una cerveza, su voz era potente y muy poco pudorosa, empezó animando, se movía con mucha soltura, no era la primera vez que lo hacía, inmediatamente comenzó a dar mensajes a arbitro y jugadores, eran ofensivos pero camuflados con un toque de humor para regocijo de otros padres que le jaleaban, parecía que se estaba divirtiendo pero no era verdad, estaba tenso. En el descanso volvió al bar a “reponer fuerzas” y entrar en calor, y volvió a la carga iniciada la segunda parte. El partido empezó a ponerse cuesta arriba y continuó con su engaño, más comentarios y más fuertes, pero cada vez con menos criterio y objetividad. En eso apareció otra persona que saludaron como “Presi”, se incluyo en el grupo de los chistes, conocía al protagonista, le regalo una bufanda del Club para que los “representara”, el resultado empeoro y el gracioso empezó a enfadarse, estaba “respaldado” por compañeros y Club, el humor fue perdiendo terreno y los comentarios finales son innombrables, nadie le dijo nada, también a eso estaban acostumbrados.
En un lado quedan los numerosos padres y madres competentes, discretos, educados y educadores, a ellos solo les queda aguantar y soportar.
En otro sitio, al lado de los niños, están los entrenadores. Hace unas semanas un entrenador de infantiles se dejo un papel pegado en la pared del vestuario, era una hoja cutre, improvisada para el momento, en la parte de arriba estaba reflejada la alineación del equipo y el dibujo táctico con el que iban a competir. A continuación se incluían varias frases dirigidas a los jugadores, a falta de recursos (que existen pero que a buen seguro desconoce) para motivar e influir en la competitividad de los niños escribía, entre otras; “Motivación: derbi y nos querrán joder xq es lo único que se juegan…. Comentarios de los padres: solo somos fulanito y ya: a callar bocas…”. Así predisponía a los niños, ya estaban preparados para interpretar y responder a todo lo que fuera sucediendo en el campo, un abuso imperdonable desde el poder de su posición.
También protestan al árbitro, de forma arbitraria, más cuando pierden que cuando ganan, con agresiones gestuales y descalificaciones airadas. Se enzarzan en discusiones con los entrenadores contrarios, utilizan un vocabulario impropio cuando se trabaja con niños, y todo lo hacen delante de ellos, sin ningún pudor, sin ningún respeto.
Finalmente están los jugadores, niños y jóvenes en edad de formación, que hacen lo que aprenden y se les enseña; desde los Clubes con los Programas Deportivos que implementan y la Filosofía Deportiva adyacente, con la forma de hacer y de entender el deporte de base; desde los entrenadores con las indicaciones que reciben, con lo que premian y reprochan; y desde los padres con la educación que les trasmiten, con el ejemplo que les dan, con lo que les comentan antes, durante y después de cada entrenamiento y partido.
Una mañana soleada, hace ya muchas fechas, presenciaba un partido de benjamines, el partido trascurría con normalidad y en un lance normal del juego un jugador le arrebato a otro la pelota, que cayó al suelo por la inercia del movimiento, el primero disparo a portería y consiguió un gol muy celebrado por sus compañeros. El defensa se enfado, nervioso protesto al árbitro, se agitaba frustrado y rabioso. En la primera oportunidad que tuvo propino una patada al goleador, después se acerco a él poniendo su cara a un centímetro del rival, en un gesto imitativo del algún jugador conocido, le dirigía palabras que, desde mi posición, no conseguía descifrar, lo hizo varias veces, incluso cuando el balón no estaba en juego. Aunque me dieron ganas de ayudar, me contuve esperando que alguien hiciera algo, le atendiera o le enseñara, nadie dijo ni hizo nada, ni el árbitro, ni los entrenadores, ni ningún padre. Al finalizar el encuentro me acerque al árbitro para asegurarme que lo había visto, era un chaval joven que también estaba aprendiendo, me confirmo que lo había presenciado, le pregunte y comentamos alguna forma de intervenir en situaciones similares, se mostró agradecido. Después me dirigí al entrenador del agresor, no me dejo hablar, preferí no insistir. Por último, estuve hablando con el chico agredido, todavía estaba algo asustado, le felicite por su respuesta y la gestión que había hecho de la situación, le anime a continuar en esa línea, y le agradecí que fuera tan gran deportista, lo hice delante de sus compañeros.
¿Cómo se soluciona esto? ¿Cuáles son las medidas a tomar? ¿Por qué no aprendemos? ¿Qué tiene que pasar para que nos decidamos a resolverlo? Parte de lo que pasa tiene que ver con una cultura heredada que acompaña al futbol desde hace décadas y que sigue vigente en nuestros días, es verdad, pero eso no debe de justificar que lo demos por bueno. Hay que seguir trabajando, son otros tiempos, desde el CD Canillas lo venimos haciendo en los últimos años, pero no es suficiente. Lo que ha ocurrido en Mallorca podemos vivirlo como una oportunidad, solo si optamos por lo más difícil;
MIRARNOS A NOSOTROS MISMOS
Luis Alcolea => Área Social CD Canillas
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